EL ANTIGUO REGIMEN
Por: Jorge Juan Lozano Cámara, profesor del IES Juan de
la Cierva de Vélez-Málaga
Licenciado por la Universidad de Granada (España)
Licenciado por la Universidad de Granada (España)
¿Qué es el
Antiguo Régimen?
Podríamos definir el Antiguo Régimen como el conjunto de
rasgos políticos, jurídicos, sociales y económicos que caracterizaron a Europa y
sus colonias durante los siglos XVII y XVIII. En el transcurso del siglo XIX
irán siendo sustituidos por otros propios de la sociedad capitalista de
clases.
El
Término
Lo
acuñaron y emplearon por vez primera los revolucionarios franceses (durante la
Asamblea Constituyente, en 1790) para designar despectivamente las estructuras
política, social y administrativa del país en que Vivian, que consideraban
decadentes e injustas.
Aunque
en un principio la expresión se circunscribió a las instituciones políticas y
jurídicas francesas, hoy día se emplea en un sentido más amplio y se aplica a
otros estados.
Características
Una
demografía antigua
Una
economía agraria
Una
estructura social estamental
Una
forma de gobierno absolutista
Un
comportamiento demográfico antiguo
Que
presentaba los siguientes rasgos:
Un
escaso crecimiento vegetativo, condicionado por altas tasas de natalidad
contrarrestadas por altos índices de mortalidad, especialmente infantil.
Un
inestable equilibrio entre la población y los recursos. El elemento regulador de
la demografía era la mortalidad, estrechamente relacionada con la dependencia de
una economía de carácter agrícola. Periódicamente se producían crisis de
subsistencias desatadas por el encadenamiento de malas cosechas. La escasez de
alimentos originaba hambrunas que a su vez producían enfermedades de carácter
epidémico difundidas con gran rapidez entre una población depauperada. La
secuela era una mortalidad catastrófica.
En el
siglo XVIII Se produjeron ciertos cambios en ese modelo demográfico; así en
algunas zonas de Europa (Inglaterra, Francia, también Holanda), hubo un
incremento de los excedentes alimentarios y una mejor nutrición, lo que se
tradujo en la disminución de hambrunas y epidemias y, consiguientemente, en la
reducción de la mortalidad.
Otro
factor que influyó en el descenso de la mortalidad, aunque de manera menos
determinante, fue un cierto progreso de la medicina.
El
resultado fue un crecimiento demográfico que sin embargo no afectó por igual a
todo el continente.
El
aumento de la población intensificó la demanda de alimentos y manufacturas,
también incrementó la disponibilidad de mano de obra, tanto en el campo como en
la industria, factores determinantes en el desarrollo de la revolución agrícola
e industrial.
Una economía
de base agraria
Tres
cuartas partes de la población activa se concentraban en el sector
primario.
La
industria era tipo artesanal y conservaba todavía rasgos gremiales. Los talleres
artesanos empleaban un reducido número de trabajadores, siendo la maquinaria
escasa y las fuentes de energía la humana, animal o la proporcionada por el agua
o el viento. La especialización era limitada, lo que significaba que el proceso
de trabajo invertido en la creación de mercancías era controlado de principio a
fin por una misma persona o un escaso número de
operarios.
Predominaba el comercio a larga distancia, un ejemplo fue
el denominado "comercio triangular". Los intercambios internos eran escasos y
complicados debido a las deficientes comunicaciones y la inexistencia de un
mercado unificado.
El
desarrollo urbano era escaso. La aldea constituía el centro de organización y
producción.
Pocas
ciudades superaban los 50.000 habitantes. A mediados del siglo XVIII el ciclo
demográfico sufrió significativas alteraciones debidas esencialmente a una
disminución de la mortalidad.
Estas
transformaciones llevarían consigo un incremento de la población acompañado del
trasvase de habitantes desde el campo a la ciudad, lo que repercutió en el
desarrollo sin precedentes del urbanismo.
La
estructura de la propiedad era de carácter señorial, cimentada en grandes
latifundios cuyos propietarios percibían cuantiosas rentas de carácter feudal
procedentes de una gran masa de campesinos desprovistos de
tierras.
Una sociedad
estamental
Una
sociedad estamental es aquella organizada en estamentos. En la del Antiguo
Régimen éstos constituían grupos cerrados a los que se accedía fundamentalmente
por nacimiento. Aunque podía haber alguna escasa posibilidad de trasvase de uno
a otro grupo (ennoblecimiento por méritos, compra, etc.), lo que caracterizaba
esa sociedad eran la estabilidad y la inercia. A diferencia de la capitalista,
dividida en grupos en función de su riqueza y, por tanto más variable y
dinámica, la estamental era casi inmutable.
Cada
estamento se correspondía con un estrato o grupo definido por un común estilo de
vida y análoga función social. Era impermeable, es decir, sus miembros no podían
mudar de condición.
Jurídicamente era desigual. Cada una de las personas que
lo componía era portadora o no de privilegios, en función de su pertenencia a
una u otra categoría. Los privilegios consistían en la exención de obligaciones
(impuestos) y el derecho a ventajas exclusivas.
Había
un estamento privilegiado en el que se incluían la nobleza y el clero y otro no
privilegiado que englobaba en su seno al resto de los estratos sociales:
burgueses, artesanos, campesinos y grupos marginales.
Al
estamento privilegiado se accedía (salvo en el caso del clero) por nacimiento o
por concesión especial del monarca. A partir del siglo XVII cada vez se hizo más
corriente que individuos burgueses alcanzaran el ennoblecimiento mediante la
compra de títulos al monarca.
La
rígida sociedad estamental entró en crisis a raíz de los cambios que fueron
produciéndose a lo largo del siglo XVIII, que llevaron consigo el
fortalecimiento de una burguesía rectora de gran parte de la
economía.
No
conforme sin embargo con su opulencia económica los burgueses fueron
reivindicando también derechos políticos y prestigio social, algo que no estaba
dispuesto a conceder los privilegiados. Esa discriminación empujará a la
burguesía en ascenso hacia la acción revolucionaria cuyo objetivo será la
destrucción de los privilegios feudales.
A
finales del siglo las contradicciones del sistema estamental se hicieron cada
vez más patentes. Esto sucedió de manera especial en Francia, donde en 1789
estalló una revolución que abrió paso a otros tantos procesos que fueron
desarrollándose a lo largo del siglo XIX e implicaron el fin del sistema feudal.
Sobre las ruinas de la sociedad del Antiguo Régimen se erigió la sociedad
capitalista.
La
Nobleza
Junto
con el clero, constituía uno de los grupos privilegiados de la sociedad del
Antiguo Régimen. Estaba integrado una minoría, pero con un gran poder económico
y político.
Era
propietaria de grandes latifundios.
Estaba
exenta del pago de impuestos.
Recibía
elevadas rentas de los campesinos.
Detentaba importantes cargos políticos y
militares.
Jurídica y legalmente sus miembros ostentaban privilegios
que heredaban por nacimiento.
Se
configuraba como un grupo heterogéneo: no todos sus miembros gozaban de la misma
importancia y posición económica.
El
Clero
Junto a
la nobleza, formaba parte del estamento privilegiado.
Sus
miembros poseían una gran riqueza patrimonial en forma de bienes suntuarios,
iglesias y palacios, así como una importante cantidad de tierras. Recibían
además importantes rentas en forma de diezmos, donaciones y
limosnas.
Ejercían un gran poder ideológico y gozaban de un gran
prestigio social. Monopolizaban la educación.
Constituía un grupo heterogéneo que englobaba en su seno
desde cardenales y otros altos dignatarios (hijos segundones de la nobleza) a
humildes curas rurales cuyas condiciones de vida eran similares en ocasiones a
las de sus feligreses.
La Burguesía
Pertenecía al estamento no privilegiado. Constituía una
minoría que fue ganando progresivamente poder económico y prestigio
social.
Sus
miembros vivían en su mayor parte en las ciudades.
Controlaba el poder económico (junto a nobleza y clero),
fundamentalmente a través de la actividad comercial y
financiera.
Aunque
rica y culta, no poseía privilegios.
En
algunos casos se emparentó con la nobleza mediante la compra de títulos y los
enlaces matrimoniales.
A
finales del siglo XVIII (en Francia) y a lo largo del XIX protagonizó una serie
de revoluciones que liquidaron el sistema feudal del Antiguo Régimen y le
procuraron el poder político además del económico. Se constituyó de ese modo en
la clase dominante del nuevo sistema capitalista.
Los
Artesanos
Eran
los encargados de la actividad industrial. Pertenecían al grupo de los no
privilegiados.
Formaba
un grupo social relativamente poco numeroso.
Residían esencialmente en las
ciudades.
Sus
miembros estaban encuadrados en asociaciones denominadas
gremios.
Cuando
comenzó el proceso de industrialización moderno que se prolongó durante los
siglos XVIII y XIX, fueron desapareciendo y pasaron a engrosar las filas del
proletariado industrial.
Los
Campesinos
Pertenecían al estamento no
privilegiado.
Constituían la mayoría de la población en una sociedad
esencialmente agraria.
Vivían
en las zonas rurales.
Su
nivel de vida estaba al límite de la mera supervivencia y sufrían con especial
virulencia las recurrentes crisis de subsistencia propias de una economía
preindustrial.
Estaban
sujetos a través de vínculos de dependencia a los propietarios de las tierras
que trabajaban, fundamentalmente, nobles y clérigos. Sólo una minoría era
propietaria. Habían de hacer frente a multitud de cargas que menguaban aún más
sus rentas. Un ejemplo de éstas eran los diezmos que habían de entregar a la
Iglesia.
A
partir del siglo XVIII y durante el siglo XIX, a raíz del proceso de
industrialización, buena parte de los campesinos emigró a las ciudades para
trabajar en las fábricas.
Grupos
marginales
Compuestos por mendigos, proscritos, enfermos o ancianos
sin recursos, constituían el lumpen de la sociedad. Sobrevivían gracias a la
delincuencia y a la caridad.
Una
forma de gobierno absolutista
El
gobierno de los estados del Antiguo Régimen se asentó sobre regímenes de
carácter absolutista que, en su mayor parte, se justificaron ideológicamente
bajo la fórmula de "monarquía de Derecho Divino”.
El oportuno
Bossuet hubiera llegado a Papa |
Bossuet, clérigo y pensador francés, en la obra "Política
según las Sagradas Escrituras”, afirmaba que el poder era transmitido al Rey
directamente por Dios. El monarca no es pues responsable de sus actos ante sus
súbditos sino ante la divinidad. La legitimidad de su poder se asienta sobre los
pilares de un derecho no terrenal, lo que desliga el ejercicio del mismo de
cualquier tipo de compromiso emanado de la ley o la
tradición.
El
abate Bossuet defendía la actuación política del rey Luis XIV de Francia, máximo
exponente del absolutismo monárquico y del centralismo, conocido como el "Rey
Sol" o "Luis el Grande".
Thomas
Hobbes, pensador político inglés, defendió igualmente el poder de los reyes,
pero desvinculándolo de sus orígenes divinos. En su obra "Leviatán" sostenía que
la autoridad de los monarcas provenía de un acuerdo establecido entre él y sus
súbditos.
Hobbes para pensar
así seguramente era noble |
La
necesidad de asegurar su supervivencia y superar el estado de barbarie llevó a
los hombres a renunciar a parte de su libertad y transferirla a una autoridad
fuerte que se alzase por encima de los intereses particulares y garantizase la
paz. La forma más natural que Hobbes consideraba como la más natural para llevar
a cabo esa idea era la monarquía.
Los
instrumentos utilizaron los reyes para el ejercicio ilimitado de su mando
fueron: los Consejos de ministros, el Ejército, la Burocracia y la
Diplomacia.
No
obstante el absolutismo encontró ciertas resistencias, esencialmente las que
procedían de los defensores de los privilegios feudales heredados del medievo y
reservados a la nobleza y al clero. A lo largo del siglo XVIII los monarcas
intentaron poner fin a la limitación del poder mediante el ejercicio de una
novedosa forma de gobierno, el "Despotismo Ilustrado".
Pocos
estados europeos escaparon al absolutismo monárquico como fórmula de ejercicio
del poder. Destacaron tres: las Provincias Unidas (Holanda), la República de
Venecia e Inglaterra.
El
absolutismo alcanzó su máximo esplendor entre la 2ª mitad del siglo XVII y
finales del siglo XVIII, finalizando como consecuencia de las revoluciones
burguesas habidas durante los siglos XVIII y XIX.
El
Despotismo Ilustrado
Catalina II la Grande no pues sí |
Constituyó una forma de gobierno que trataba de conciliar
el absolutismo con las nuevas ideas de la Ilustración, intentando para ello
conjugar los intereses de la monarquía con el bienestar de los gobernados. Se
desarrolló durante la segunda mitad del siglo XVIII.
El
término tiene su origen en la palabra italiana "Déspota", es decir, soberano que
gobierna sin sujeción a ley alguna.
Buena
parte de los soberanos europeos desarrollaron en mayor o menor medida esta forma
de gobernar, utilizando su indiscutible supremacía como herramienta para
incentivar la cultura y la mejora de las condiciones de vida de sus
súbditos.
Federico II de Prusia |
Pero al
hacerlo, prescindieron de su concurso y opinión. La famosa frase acuñada “Todo
para el pueblo, pero sin el pueblo” se hizo eco de una realidad que intentaba
aunar la tradición con la novedad.
Para
llevarla a cabo se valieron de una serie de reformas que en cierto modo buscaban
modernizar las estructuras económica, administrativa, educativa, judicial y
militar de sus respectivos estados.
Todo
ello, sin embargo, respetando la esencia del régimen absolutista y la división
estamental de la sociedad. La planificación y puesta en práctica de esas
actuaciones recayó sobre sobre una serie de ministros y altos funcionarios de la
administración estatal, entre los que destacaron el marqués de Pombal en
Portugal, el marqués de la Ensenada en España o Turgot en
Francia.
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